Llegamos al Molino de Alcuneza con el recuerdo de la primera vez. Poco había cambiado en esencia, aunque el paisaje se presentaba algo diferente. En estos años, el hotel ha evolucionado, añadiendo un edificio que alberga un delicioso spa privado y varias suites, pero siguen ofreciendo calidad y quietud.

La hora del desayuno es cuando mido si me quedarán ganas de volver a un lugar. Recordaba el de El Molino como muy bueno y, en consecuencia, allí estábamos de nuevo, celebrando un largo aniversario. Hoy puedo decir que es uno de los mejores desayunos que me han ofrecido en tránsito, tanto por la variedad, calidad y mesura de los manjares, como por su presentación.


El comedor es tranquilo y acogedor. El viejo molino lo preside a uno de los lados mimado entre paredes de piedra y vigas de madera. Nada más llegar a la mesa te sirven zumo de naranja natural y agua mineral para aplacar los ardores nocturnos.

Poco tardan en llegar el resto de delicias: una bandeja de pisos con una degustación de repostería casera, yogur y cuajada con el sello de la casa, una bebida de frutos rojos y granola con chocolate; junto a ella, una tabla con chorizo y salchichón seguntinos, queso de cabra ecológico de Santa Gadea y un tomate listo para dejarse hacer tropelías.


Llega el café expresso al gusto y hacemos sitio para una barqueta de frutas con piña, kiwi, fresas y ciruelas pasas, que el tránsito intestinal hay que trabajárselo. Finalmente aterriza un plato con varias rebanadas de pan tostado a la plancha con mantequilla. En la mesa, ya desde el principio, un combo de edulcorantes, mermeladas, aceite de oliva (en una frasca anónima), miel y cacaos.

Con todos estos avíos cada uno nos diseñamos nuestro pantagruélico desayuno. Que si yo no quiero piña, te la cambio por el kiwi y ese tipo de trueques chorras que se dan cuando hay confianza perruna. La selección de repostería fue toda una sorpresa, bien medida, como debe ser, con minicroisants crujientes (a los que les sobraba la capita de azúcar glass), lingotes de bizcocho de arándanos, conos de bizcocho con pepitas de chocolate, palmeritas, hojaldre de almendras y cabello de ángel y bizcocho de ¿zanahoria? 


La tónica del desayuno es la mesura desmesurada, me explico. Te pones como el tenazas si quieres, pero todo viene en pequeñas dosis. Esto te permite probar sin remordimiento la repostería al completo, sin dejar raciones  a medias. Un detalle que agradezco siempre, entretiene y complace más un picoteo que una cuña de bizcocho de medio kilo por barba. 

Volveremos, sin duda; lo recomendamos, por supuesto.


Hotel Spa El Molino de Alcuneza

Carretera de Alboreca km 0.5  19264 Alcuneza, Guadalajara.
Desayuno: 12 euros.