Dicen que Nueva York es mágico, no te digo yo que no. Al menos, es decir que te vas a NY y aparecen en tu correo decenas de mensajes con recomendaciones (gracias a todos) sobre dónde comer, qué visitar, el mejor ángulo para fotografiar el Empire y demás fruslerías. Es lo que le falta a Somorrostro, que comentas en una cena que vas para allá, y si acaso te miran con indiferencia, pero oye, ni un solo consejo práctico.

El caso es que llegamos a Nueva York con quince folios de recomendaciones y una enorme presión psicológica, y al final decidimos que lo mejor era comer donde nos pillaba la hora, excepto en dos puntos irrenunciables: Katz's y Momofuku. Mi moderada mitomanía cinematográfica, unida a una enorme curiosidad de años sobre el pastrami, me llevaron a defender con uñas y dientes (sobre todo dientes) la visita a este deli tan singular.


Sabréis que aquí se rodó la escena famosa de "Cuando Harry encontró a Sally", la del orgasmo fingido, esa que todas hemos querido remedar pero no tenemos arrestos de hacerlo. Al menos no en público. En una zona céntrica del restaurante cuelga un cartel definiendo el punto exacto donde se sentaban Billy Crystal y Meg Ryan. Nosotros nos sentamos bastante lejos, en la zona reservada para que te atiendan en la mesa. Como buenos guiris, no nos enterábamos de nada y lo hicimos con nuestro pedido encargado en la barra reposando en unas flamantes bandejas.


Katz's está en el 205 East Houston Street, y ocupa un local de esquina que al verlo desde fuera no deja adivinar que por dentro es enorme. Al entrar, te dan un ticket por persona en el que te van apuntando el pedido. Aunque al final utilices solo uno, como una familia española bien avenida, una vez terminada la pitanza, al salir, hay que fichar cada uno en la caja con su ticket entre los dientes, ríete tú del control de aeropuertos.

A uno de los lados hay una enorme barra tras la cual se corta pastrami con gran rapidez. Por supuesto, pedimos el sandwich de pastrami (mi vástago una hamburguesa, por llevar la contraria), una ensalada de col (lost in traslation, nos sirvieron la de patata) y pepinos tamaño XL, la guarnicion obligada. Tras encargar el plato principal, se pasa a otra zona de la barra donde se sirven las bebidas.


¿Qué decir del pastrami? sencillamente que me encantó. El sandwich es enorme, con pan de centeno, te ponen mostaza si lo deseas, y a pesar de su tamaño no dejé ni miga. La carne, sabrosa y fácil de comer, la van cortando de una gran pieza a medida que se va pidiendo, es decir, te montan el sandwich en tus narices. Tienen tartas y postres, pero no los probamos porque se nos salía la carne por las orejas. El precio del sandwich es de 15 dólares.

El menú de Katz's es bastante amplio: desayunos con huevos, pancakes, tostadas francesas, bagels y tortillas; comidas y cenas con sopas, ensaladas, carnes al grill, sandwichs, hot dogs, y de postre, la New York Cheesecake.


La paredes del local están forradas de madera, y llenas de fotografías de celebridades que han visitado el restaurante. Nosotros comimos debajo de una enorme foto de Clinton saludando con aire de sanote. Completan la parafernalia decorativa muchos luminosos de marcas comerciales, de cerveza en su mayoría, dispuestos en la parte superior de las paredes.


Katz's se fundó en el año 1888 por una familia de inmigrantes rusos, que ahumaban y adobaban la carne para conservarla. Una particularidad de Katz's es su lema "Send a salami to your boy in the army", y eso es lo que desde la Segunda Guerra Mundial facilitan: el envío de unos robustos salamis a los soldados estadounidenses con el objetivo de mantener su moral alta. Os dejo con esta canción de mi ídolo de la infancia Jerry Lewis.



Katz's Delicatessen

Lower East Side
205 East Houston Street
New York City 10002
Precio medio: 25 $