Entre los imprescindibles de mi cocina, la plancha de asar se lleva el primer puesto. Recuerdo la primera que entró en casa, era pequeña, cuadrada, y me la regalo mi prima Itziar. Lo primero que hice fue buscarle un lugar en el armario, para guardarla como es debido, y aunque era algo incómodo andar rebuscando tras las puertas, le di mucha caña y acabo sus días exhausta.

A esta le siguieron otras más que fueron dando servicio, y llegó el momento en que el hueco destinado para la plancha de turno se llenó de otras cosas, pues la plancha estaba siempre en la encimera. Y ahí sigue, renovada otra vez más y creo que esta vez con más acierto.

A la hora de cocinar utilizo de igual manera sartenes, cazuelas, ollas y cazos, pero al menos una vez al día echo mano de la plancha. Allí se asan verduras, pescados, carnes, mariscos (cuando hay qué celebrar), tortitas, crepes, sandwichs, panes... El resultado es infinitamente mejor que en una sartén, y se pueden asar piezas enteras sin estrecheces, algo que se agradece cuando se trabaja con pescados enteros o grandes piezas de carne. Nada mas triste que ver a una lubina sacar la cabeza y la cola acostada incómoda en una sartén.


Pero no todas las planchas que hay en el mercado son idóneas para un uso intensivo, ni las más caras, ni las que han añadido a su marca el "la" que las diferencia de otras, son las mejores per se. También hay que desconfiar de las ofertas demasiado baratas, probablemente tengan un buen comienzo, pero en pocos meses la capa antiadherente estará inservible, o los herrajes terminarán sueltos con unas cuantas manipulaciones.

Factores como la calidad de la placa, con un tratamiento antiadherente óptimo y duradero, la posibilidad de sumergirla por completo en agua para poder lavarla a fondo, la solidez del aparato, un cierto criterio estético (secundario pero a tener en cuenta), y un buen termostato, son fundamentales en la elección de una buena plancha de asar.


Los cuidados son obvios, estando prohibido acercarles siquiera utensilios metálicos, ni estropajos abrasivos. Una buena plancha no necesita insistir en la limpieza, si el recubrimiento antiadherente es de calidad, los residuos se despegarán fácilmente al contacto con el agua, o empujando en caliente con una espátula.

 Si torcéis el gesto cuando cocináis una pieza grande y se os sale de la sartén, si os gusta hacer varias tortitas a la vez, si os encanta la carne a la plancha, tocada tan solo por unas perlas de sal, quizá sea el momento de hacer sitio en la encimera para una plancha de asar, en la mía se ha vuelto imprescindible.